El lenguaje es ambiguo porque la realidad es ambigua, es
decir, matizada, imprecisa, con un grado de incertidumbre irrebatible…de modo
que esta actividad humana también es incierta, imprecisa, matizada, y cualquier
intento de precisarla, de superar sus incertidumbres para crear estructuras
lingüísticas de significados fijos solo puede tener como motivación un intento
de fijar, de establecer, un cierto dominio sobre un cierto sector de la
realidad, motivación visible en la creación del lenguaje científico en las
ciencias más esquemáticas y conceptualmente rígidas, como la matemática o la
física.
La ambigüedad del lenguaje, por otro lado, es lo que permite
afirmar la inevitabilidad de las interpretaciones, tanto de las
interpretaciones sostenidas homeostáticamente en la comunicación a los efectos
del mutuo entendimiento como de las interpretaciones sostenidas privadamente
por cada individuo pensante en el juego de la comunicación por encima, por
debajo o al costado de aquellas interpretaciones más o menos estables y
socializadas.
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